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El profeta y su autoridad (4TOB por JR Flecha)

El profeta es nostalgia y es promesa. Pero es sobre todo, una voz y una presencia. Su mirada se extiende al pasado para “recordarlo”, es decir para pasarlo por el filtro del corazón.Y se orienta también al futuro para convocar a las gentes a “concordar” los caminos para mejorarlo.
El profeta no lo es por su propia voluntad y decisión. Obedece a una llamada de Dios ya trata de llevar a delante una misión divina que le ha sido encomendada. El profeta no vive para sí, sino para su pueblo. Es mensajero y mensaje. Su palabra ha de encontrar reflejo y testimonio en el estilo de su vida personal.
 Claro que el profeta no es siempre bien aceptado por su pueblo. Para mucho la tranquilidad es un bien más precioso que la fidelidad a los valores y a los principios. Las gentes esperan recibir palabras de halago. No gustan de los que corrigen y reprenden. Ni de los que incitan a superar la modorra de las metas conquistadas.

LA SALUD Y LA CONFESIÓN

“El Señor, tu Dios, te suscitará un profeta como yo de entre tus hermanos. A él le escucharéis”. Eso es lo que promete Moisés a su pueblo, según el texto de la primera lectura de la liturgia de hoy (Dt 18, 15-20). El pueblo esperaba esa figura prometida desde antiguo. No es extraño que los enviados desde Jerusalén pregunten a Juan Bautista si él es “el profeta”.
 Según el evangelio de Marcos, Jesús inicia su vida pública a las orillas del Lago de Galilea. Después de elegir a sus primeros discípulos, acude el sábado a la sinagoga de Cafarnaúm. Su primera acción es la de devolver la salud a un pobre enfermo que se retuerce y grita. Las gentes dicen que tiene un espíritu inmundo. Jesús lo libera de su mal (Mc 1, 21-28).
Hoy nos extraña ver que los evangelios colocan algunas de las grandes confesiones de fe en la boca de las personas más impensables, como Herodes, los sacerdotes y los fariseos o el centurión que vigila la crucifixión. En este caso es el enfermo epiléptico quien revela y reconoce la identidad de Jesús: “Sé quien eres: el Santo de Dios”.

LA VERDAD Y LA FIESTA

Pues bien, las gentes de Nazaret han sabido ver la coherencia que existe entre las palabras de Jesús y sus acciones.“Este enseñar con autoridad es nuevo”. Con  esta exclamación parecen reconocer en Jesús al profeta prometido por Moisés.
• “Este enseñar con autoridad es nuevo”. Con razón estas palabras se aplican a Jesús. Otros maestros apoyaban sus opiniones en la autoridad de reconocidos doctores. Jesús se permitía interpretar la Ley de Moisés. Con el tiempo la irá resumiendo en el mandato del amor. E irá revelando el verdadero rostro de Dios.
• “Este enseñar con autoridad es nuevo”. Es ésta una frase que deberá aplicarse a la Iglesia de hoy. La Iglesia escucha la voz de la humanidad. Presta atención a sus dolores y esperanzas. Pero no puede idolatrar a una u otra ideología. Su autoridad tampoco viene del poder político o económico. Está al servicio del Reino de Dios. De ahí viene su novedad.           
• “Este enseñar con autoridad es nuevo”. Cada uno de los cristianos es evangelizado cada día. Y es llamado a ser evangelizador. El Evangelio ha de sonar como nuevo en nuestros oídos. Y ha de sonar como nuevo cuando lo proclamamos. Con la novedad de la verdad y de la vida, de la cercanía y de la ternura, de la compasión y de la fiesta.

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